Más Mal que todo lo que Hicieron los Amorreos

Sermón predicado en 2 Reyes 21 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 08/11/2020 en Novato, CA.

Sermón

Traducido por el Diácono Diego Merino.

El nombre Manasés en la herencia familiar de Israel se remonta al hijo mayor del patriarca José. El nombre Manasés significa “olvidar” en hebreo. José nombró así a su primogénito como un testimonio de cómo Dios lo hizo olvidar todas sus dificultades cuando Dios lo elevó a la prominencia en el gobierno egipcio. Después de toda la traición de sus hermanos y ser vendido como esclavo en Egipto, Dios redimió la vida de José y lo llevó a una posición de gran honor y poder. Entonces, cuando nació su hijo, lo llamó Manasés. Esto señaló en como José no quería olvidar que Dios lo hizo olvidar de todas sus dificultades pasadas. Desafortunadamente, eso es exactamente lo que hizo este rey Manasés, hijo de David. Durante la mayor parte de su vida, se olvidó de la gran redención de Israel por parte del SEÑOR y de sus muchas bendiciones sobre ellos como su pueblo elegido. Lamentablemente, el rey Manasés olvidándose del SEÑOR era algo que Israel había estado haciendo a lo largo de su larga historia después del éxodo de Egipto. El pasaje de hoy alcanza el clímax de tal abandono a Dios con todo el pecado registrado aquí. Vemos entonces un registro de este pecado bajo Manasés y también su hijo Amón. También vemos aquí la respuesta apropiada aunque aleccionadora de Dios.

Entonces, comencemos con el registro del pecado de Manasés. Note que en el versículo 17 encontramos la típica declaración resumida del narrador que generalmente se da al final de la vida de un rey. Por lo general, hace referencia a donde más se registra el historial del rey. Pero allí, en el versículo 17, notará que también incluye “y el pecado que cometió”. Cuando los patrones típicos se rompen en el texto, se resaltan las diferencias. Lamentablemente, el narrador dice que los registros de Manasés registran especialmente todos los pecados que cometió. Eso se debe a lo grande del pecado que alcanzó bajo su reinado. Qué diferente fue Manasés de su piadoso padre Ezequías. No era como Ezequías o David. Ni siquiera era como sus otros antepasados reales, que estuvieron en obediencia a Dios. Más bien, el colmo de maldad de Manasés fue el peor hasta la fecha entre los reyes de Judá.

Entonces, vemos varios pecados de Manasés narrados aquí. Note la primera forma en que su pecado se clasifica aquí. Fue pecado como el rey Acab y su casa malvada. El libro de 1 y 2 Reyes dedica una cantidad considerable de tiempo a describir la maldad de Acab y su casa y cómo Dios finalmente acabó con esa casa malvada. Acab fue el rey más malvado de la historia del reino del norte de Israel. Lamentablemente, este hijo de David, Manasés, se describe como Acab en términos de su maldad, versículo 4. Una de las formas en que la maldad de Manasés era como Acab es en términos de las graves violaciones del primer mandamiento. Como Acab, Manasés llevó la adoración de Baal y Aserá al país. Levantó altares a Baal e hizo una imagen de Aserá. Como si eso no fuera suficiente malo el rechazar al SEÑOR, ¡incluso colocó algunas de estas cosas dentro del templo! ¡Hizo que el templo del SEÑOR Dios fuera una casa de adoración pagana politeísta! Incluso el rey Salomón, en su época de hacer santuarios para los dioses falsos de sus esposas extranjeras, tuvo la moderación de al menos hacer sus propias casas de adoración separadas. Pero aquí Manasés profana la casa del SEÑOR al traer altares e imágenes de dioses falsos. También pudo sacrificar cerdos a Zeus en el altar del SEÑOR como lo haría más tarde el infame Antíoco Epífanes. Pero este era Manasés, descendiente del rey David que estaba haciendo esto. Agregado a todo este culto politeísta, también adoró a todas las huestes del cielo, versículo 5 – en otras palabras, practicando la astrología como lo hacían los paganos adorando al sol y la luna y los planetas y las estrellas. Del mismo modo, el versículo 6 describe toda la hechicería en las que también participó. Espero que sea evidente que todas estas cosas estaban prohibidas por la ley de Dios y eran un rechazo del único Dios verdadero y la religión verdadera.

Al pensar en cómo la maldad de Manasés fue como la de Acab, también debemos agregar a la lista lo que vemos en el versículo 16, que Manasés derramó mucha sangre inocente. El texto es breve, pero el historiador Josefo ayuda a completar los detalles: que Manasés mató a muchos profetas y a muchos hombres justos, de modo que Jerusalén “rebosaba de sangre”. La tradición de la iglesia incluso cuenta que Manasés asesinó al profeta Isaías, partiéndolo en dos. Cuando recordamos cómo Jezabel, la esposa de Acab, mató a muchos profetas del SEÑOR y cómo asesinaron a personas como Nabot por su viña, nuevamente podemos ver una similitud entre la casa de Acab y Manasés. Manasés rechazó a los profetas y derramó sangre inocente y al hacerlo mostró su maldad como Acab.

Notemos ahora una segunda forma en que el registro del pecado de Manasés se categoriza en este pasaje. No solo era como Acab, sino que también era como los amorreos, versículo 11. Los amorreos eran uno de los grupos de personas que habían vivido en la Tierra Prometida antes de que Dios los expulsara y estableciera a Israel en su lugar. Técnicamente, los amorreos eran solo uno de los varios grupos de personas que Dios sacó de la tierra en ese momento, pero a veces Dios usó la etiqueta de amorreos en resumen mientras se refería realmente a todos los grupos de personas. Por ejemplo, en Génesis 15:16, Dios le dijo al patriarca Abraham que aún no era el momento de darle la tierra a Abraham, porque el pecado de los amorreos aún no se había completado. En otras palabras, Dios habló de cómo juzgaría más tarde a los habitantes de la Tierra Prometida por sus muchos pecados, y en ese texto se refería a ellos como amorreos. Pero claramente también tenía en mente a las otras naciones. Vemos lo mismo aquí, porque mientras que el versículo 11 hace referencia a los amorreos, en el versículo 2 menciona de manera más general a las “naciones que el SEÑOR expulsó ante el pueblo de Israel”. Y allí, en el versículo 2, es el mismo punto: Manasés había estado pecando de la misma manera que todas esas naciones anteriores.

En muchos sentidos, la lista de los pecados específicos que se dan por cómo Manasés era como Acab es también la misma lista de cómo Manasés era como estas naciones amorreas que habían vivido allí antes. También podría señalar en la lista ese sacrificio de niños al que se hace referencia en el versículo 6. No recuerdo que ni siquiera Acab haya hecho eso. Pero las Escrituras definitivamente registran esto como una práctica de estas antiguas naciones amorreas y cananeas que estaban en la tierra antes de Israel. Y al reconocer esto, note que en el versículo 11 dice que hicieron aún más maldad que todas estas naciones paganas. No solo se igualaron en su maldad. En la evaluación de Dios, lo llevaron a un récord histórico en términos de maldad. Es aleccionador considerar cuán perversamente descarriado llevó Manasés a Judá. Muchas violaciones del primer y segundo mandamiento bajo el reinado de Manasés. Y sin embargo, así como Dios le había dicho previamente a Abraham que el pecado amorreo era algo que se acumulaba cada vez más con el tiempo, así también fue el caso de Israel. Si bien este capítulo encuentra fallas especialmente en Manasés, el versículo 15 dice que Israel había estado provocando la ira de Dios pecaminosamente desde que los sacó de Egipto. Como ante los amorreos, Dios había sido muy paciente con Israel, pero su pecado y culpa continuaron acumulándose más y más a lo largo de las generaciones, llegando a un punto alto aquí.

Parte de lo que hace que el pecado de Manasés y Judá sea tan malo aquí es la forma en que se habían olvidado de su herencia especial con el SEÑOR. Hay mucha historia redentora a la que se hace referencia en este capítulo. Si bien parece que lo han olvidado en su día, nuestro pasaje no nos dejará olvidar. El versículo 15 hace referencia al Éxodo de Egipto. El versículo 8 hace referencia a Moisés recibiendo la ley en el Sinaí. Ya hemos visto la conquista de Canaan a la que se hace referencia en el versículo 2. El versículo 8 hace referencia a cómo Dios los sacó del desierto errante para plantarlos en la tierra. El versículo 7 hace referencia a David y Salomón y cómo Dios había puesto su santo nombre en Jerusalén y en el templo como una luz de su presencia entre su pueblo.

Mientras vemos esta historia relatada en este capítulo, recordamos cómo se suponía que las tres grandes fiestas de peregrinaje en Israel le recordaban al pueblo de Dios todo lo que Él había hecho por ellos, para que no lo olvidaran ni lo abandonaran. La Pascua recordó el éxodo y la liberación de la esclavitud en Egipto. Pentecostés les recordó la entrega de la ley en el Sinaí y su presencia yendo con ellos en el Tabernáculo. La Fiesta de los Tabernáculos les recordó cómo Dios los plantó en la Tierra Prometida después de todo el vagar por el desierto. Estas fueron lecciones que no se deben olvidar. Curiosamente, este capítulo está terminando con los reyes Ezequías y Josías re instituyendo la celebración de la Pascua que había caído en descuido. Este aparentemente no fue el caso durante el reinado de Manasés y Amón. Se habían olvidado del SEÑOR y de todo lo que había hecho por Israel y, en cambio, fueron tras otros dioses y desatendieron sus santas leyes.

Eso nos lleva ahora a nuestro segundo punto para considerar la respuesta de Dios. Después de tanta paciencia que Dios le había mostrado a Israel a lo largo de las generaciones, vemos un punto de inflexión en esta generación en términos de declarar el juicio sobre Judá y Jerusalén. Y aunque Dios todavía demorará pacientemente la ejecución total de este juicio, parece que en este punto de la amenaza de Dios aquí es inevitable. Por supuesto, no es que no les haya estado advirtiendo. No solo a través de profeta tras profeta les advirtió a lo largo de los años, sino que en el versículo 10 vemos una multitud de profetas a los que se hace referencia para ese tiempo. No solo eso, sino que no es como si Dios no les hubiera enviado ya un castigo para tratar de despertarlos. Vemos un recordatorio de eso en el versículo 14. Allí Dios menciona que esta nueva amenaza de juicio vendrá sobre el remanente. Judá ya estaba en un estado como remanente. Recuerde que bajo el reinado de Ezequías, Asiria ya había salido y había aniquilado a gran parte de la nación. Pero Dios perdonó a Jerusalén. Lo que quedaba de Judá ya era solo un remanente. Pero ahora Dios está declarando un juicio poderoso que ahora caerá sobre este remanente restante.

¿Qué implicará este juicio? Bueno, encaja mucho con sus modelos a seguir. Manasés se había vuelto como las naciones que antes Dios había expulsado de la tierra. Y Manasés se había vuelto como la casa apóstata de Acab a quien Dios había permitido que Asiria destruyera y exiliara fuera de la Tierra Prometida. Vemos aquí que ese será el resultado ahora para Judá. La descripción aquí en el versículo 12 es que el desastre que está trayendo hará resonar en los oídos de cualquiera que se entere. Será tan impactante que querrán taparse los oídos al oír el reporte. El versículo 14 dice que Dios abandonará a Judá como lo ha abandonado a Él. Serán entregados en manos de sus enemigos y se convertirán en presa y despojo. El punto es que serán conquistados y exiliados, tal como Dios había hecho antes con las naciones amorreos y cananeas. Al igual que había hecho con Acab y Samaria, versículo 13. Amo el justo sentido de justicia poética de Dios. Manasés siguió los pasos de Acab y los amorreos, por lo que Dios les dará lo que les merece.

Mencionamos en nuestro primer punto como Judá no había recordado su herencia e historia especial con Dios. Dijimos cómo se suponía que sus tres grandes fiestas les enseñarían eso. Señalamos las diversas referencias a su historia que se encuentran en este capítulo. Bien, cuando pensamos en este juicio que se declara sobre ellos, podemos pensarlo en términos de reversión de esa historia. Y así podemos pensar en esas tres fiestas y pensar en cómo lo que está representado en cada una de ellas también se está invirtiendo. La fiesta de los Tabernáculos encuentra su reversión ya que serán desarraigados de la tierra de reposo en la que Dios los había establecido, dándoles la misma fortuna que a Samaria, versículo 13. La fiesta de Pentecostés encuentra su reversión en que la bendita presencia de Dios sería retirada de ellos cuando los abandona y los deja en mano de sus enemigos, versículo 14. La fiesta de la Pascua encuentra su reversión ya que se encontrarán una vez mas en la servidumbre en la esclavitud a otra nación, como su despojo, versículo 14. Habían olvidado y abandonaron su herencia especial con el SEÑOR y descuidaron su ley y su pacto. Entonces, Dios estaba revirtiendo todos los privilegios especiales que habían llegado a conocer en Él.

Y así, el juicio estaba a la mano para Judá y Jerusalén. Como dice el versículo 13, Dios los tratará como un plato que está limpiando y puesto boca abajo en este juicio. Sabemos que esto se cumplirán históricamente por los babilonios en menos de un siglo. Si bien Dios aún ejerció paciencia al ejecutar este juicio, en este punto el tono de las profecías parece que no hay vuelta atrás; que tal juicio es ahora inevitable y en consecuencia el remanente fiel del remanente debe prepararse.

En nuestro último punto de hoy, me gustaría volverme y mirar al hijo y sucesor de Manasés, el rey Amón. Estos son los versículos 19-26. Permítanme comenzar para decirles algo que este libro no registra, pero 2 Crónicas sí. Mas adelante en su vida, Manasés se arrepiente de su gran maldad. Dios lo castiga al permitir que los asirios lo capturen de alguna manera y lo lleven a Babilonia. Esto hace que Manasés se arrepienta y clame a Dios y de alguna manera se las arregla para ser liberado. Regresa a Jerusalén y de hecho comienza a hacer reformas, incluido comenzando a reparar el templo que profanó. Si bien esto es algo muy bueno, notamos que 1 y 2 Reyes no optan por informar sobre ese hecho, por lo que no nos detendremos en ello para el sermón de hoy. Pero lo menciono como un punto sobre Amón. Si bien Manasés tuvo un arrepentimiento tardío en la vida, todavía dejó mucho daño en Israel por su legado de pecado. Eso incluye a su hijo Amón. Porque note lo que nos dice el versículo 20. El breve reinado de dos años de Amón se llevó a cabo de la misma manera que Manasés, antes de la conversión, condujo su reinado. Los modelos a seguir de Manasés antes de la conversión habían sido de los amorreos y Acab. El modelo a seguir de Amón había sido de su padre, el padre anterior a la conversión.

Como nota al margen de la aplicación, que esto hable en contra del pensamiento necio que algunas personas han tenido cuando tratan de posponer su regreso al SEÑOR. Quizás lo hayas escuchado. Quizás lo hayas pensado. Algunos han dicho: “Sí, sé que debería arrepentirme de mis pecados y seguir a Jesús. Pero no quiero hacer eso todavía. Viviré mi vida en mis propios términos pecaminosos un poco más, luego me arrepentiré cuando me acerque a la muerte “. Tal vez no lo digan exactamente así, pero es probable que hayas escuchado el pensar en este sentido antes. Bueno, estoy agradecido de que Manasés se arrepintiera tarde en su vida. Incluso hay algunas oraciones apócrifas de arrepentimiento que dicen ser sus oraciones. Pero una vida vivida por él con tal pecado dejó un legado horrible. Su hijo Amón nunca se apartó de su mal ejemplo; 2 Crónicas incluso nos lo dice explícitamente. Y veremos a medida que seguimos estudiando en 2 Reyes un par de referencias más de cómo la culpa que trajo a Jerusalén nunca sería eliminada por completo hasta la destrucción y el exilio de Babilonia. El arrepentimiento tardío de Manasés fue bueno para él y su alma, pero su vida de maldad dejó consecuencias continuas mucho después de su muerte.

Entonces, volviendo al texto, vemos que aparentemente algunos en Israel habían tenido suficiente de tal maldad. Mientras que el mismo Manasés fue tolerado por un reinado tan largo, el Manasés 2.0 llamado Amón no vio un reinado tan largo. Apenas dos años después de su mandato como rey, algunos de sus propios siervos conspiraron contra él y lo mataron.

Hermanos y hermanas, hemos estudiado aquí un capítulo que registra mucha maldad sobre estos dos reyes y realmente sobre toda la historia de Israel. Hemos estudiado aquí un capítulo que declara un juicio tan terrible sobre ellos que solo quieres taparte los oídos. ¿Qué posible esperanza podemos traer de este pasaje? ¿Qué consuelo podríamos tener en un pasaje como el de hoy? Lo encuentro en el versículo 24. Sabes, la idea de que el hijo de un rey malvado sea asesinado después de solo dos años debería hacernos recordar algo. Es como lo que le sucedió al malvado hijo de Jeroboam en el reino del norte. También fue como lo que le sucedió al malvado hijo de Basa en el reino del norte. Los matan y luego a todos los otros herederos varones de esa casa también son asesinados e Israel dice que ya han tenido suficiente de esa casa perversa. La casa de Acab también fue arrasada por completo. Y aquí, el hijo de Manasés, muy malvado, que era como él, es asesinado después de solo dos años. Pero, ¿qué hace entonces el pueblo de Judá? No destruyen la casa y la dinastía de David. Mas bien proceden a instalar al siguiente heredero de la línea de David al trono. Eliminan al heredero de Manasés, pero no al linaje de David. Ellos ungen a Josías, quien de hecho será posiblemente el mayor reformador religioso en la historia de Israel. A pesar de toda la maldad, aparentemente no se habían olvidado de la promesa de Dios a David del mesías que vendría de su linaje. Si hubieran cortado la casa de David en ese momento, hipotéticamente se habrían separado de esa promesa. Pero las promesas de Dios bajo el Pacto davídico aquí no fallan. Y así, todavía encontramos esperanza de redención y salvación aquí en el capítulo de hoy.

Tal esperanza encontró su cumplimiento en la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Así también, no olvidemos al SEÑOR o sus promesas que son sí y amén en Cristo Jesús. Nuestra esperanza continúa en el Rey Jesús. Seguimos esperando en la raíz de Isaí y el trono de David. En Jesús, Dios se ha olvidado de nuestros pecados al recordar la sangre expiatoria de Jesucristo derramada por nosotros. Recordemos y nunca olvidemos la herencia y la historia de la redención que ha llegado a lo más alto en Jesucristo. Y nos han dado un festín para ayudarnos a recordar esto. Tenemos la Cena del Señor para proclamar su muerte y resurrección hasta que Él venga.

En conclusión, podemos tomar las aplicaciones prácticas y los recordatorios que nos llegan hoy en este pasaje. Se nos advierte aquí de no seguir el camino del mundo como lo habían estado haciendo Manasés y Judá. También se nos advierte aquí no seguir los pasos de denominaciones apóstatas que se han apartado de la verdad para dejar de ser congregaciones del Señor, sino sinagogas de Satanás. Son verdaderas tentaciones. Las iglesias han sido víctimas de tales tentaciones. Sigamos recordando y nunca olvidemos al SEÑOR y la poderosa redención que tenemos en su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Amén.

Derechos de autor © 2020 Rev. W. Reid Hankins, M.Div.
Todos los derechos reservados.

Share

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.